El domingo suele ser un día muy querido por las personas,
también se le relaciona con paseo. Independientemente de que en otros días se
pueda pasear, el domingo es como un día perfecto, pues por lo general no se
trabaja. Pero esto es para las personas grandes, para los niños que se la pasan
jugando todo el tiempo y en su casa podríamos decir que todos los días son
domingos.
Los niños aman ir de paseo, no importándoles la hora, el día
o la situación, cuando se lo proponen a sus tutores es con una frase de mando y
favor a la vez, convincente combinación. El niño que en este domingo de mayo, pidió a su padre que lo llevara a pasear, se encontraba sucio de las
manos y se había quitado las sandalias, el padre parecía ocupado acomodando su
ropa y la del menor, pero no le importó interrumpir la tarea con tal de llevar
a pasear a su hijo.
Si preguntáramos al padre en qué lugar pensó el niño cuando
le pidió que lo llevara a pasear, de seguro que nunca se imaginó que el niño
tal vez quería ir a la casa de su tía que se encuentra a escasos diez metros de
la suya, o tal vez quería ir a casa de su abuelita que se encuentra también a
unos pocos metros, o en fin cualquier otro lugar. Se puede asegurar que lo
único que el niño quería era salir de su casa y pasear.
El padre en lo primero que pensó cuando el niño le hizo la
petición fue en llevarlo al parque; el más cercano de su lugar de residencia
está a 15 minutos en automóvil con una velocidad de 70 kilómetros por hora.
Pero el niño, aunque de zona rural, no estaba en las condiciones como para
llevarlo al parque, requería aseo. El padre lo tomó en sus brazos, desvistió y
baño, luego lo mudó con una playerita azul cielo, un pantalón corto de
mezclilla de color azul marino, unas calcetitas blancas y unos tenis del mismo
color. El cabello del niño es tan lacio que bastó con pasarle el peine y
acomodárselo de un lado.
El padre no se aseó a sí, con los mismos pantalones, playera
y sandalias que estaba acomodando la ropa con esos mismos se dispuso llevar al
niño al parque. Había pasado ya una media hora de la petición del infante,
cuando el padre consiguió un automóvil. Subió como copiloto al menor, lo rodeó
con el cinturón de seguridad y sin perder más tiempo, se puso en marcha al
lugar de esparcimiento.
En el camino el niño se mostraba muy atento, viendo a sus
alrededores, preguntaba por una cosa y luego por otra, señalaba con sus
minúsculos dedos, y hacía reír al papá. Cuando llegaron al parque el papá soltó
al niño y le abrió la puerta, apenas vio el primer puesto de dulces y demás
frituras, lanzó la mirada a una sabrita, le fue comprada, apenas comió unas dos
piezas y quiso una paleta, le fue concedida también, ésta ni siquiera la probó,
se zafó de la mano del mayor, corrió unos momentos, vio las plantas, la gente, nuevamente volvió
su mirada sobre las golosinas y quiso algo para tomar, el niñero pensando en
algo que no hiciera tanto daño a su criatura le compró un yogurt, el niño lo
tomó todo y continuó corriendo.
Habían pasado unos 15 minutos desde que los dos hombres
habían llegado al parque, como era de
esperarse el chico por delante y el más grande siguiéndole los pasos y
cuidándolo, de repente el niño se volvió de espaldas y caminó en dirección a su
padre, y le dijo:
– Ya me quiero ir.
En este blog se publicará un
texto diferente por lo general los días miércoles, sin embargo si alguien gusta
que se publique un texto de autoría suya será en un día distinto al miércoles,
sólo basta que nos pongamos en contacto.
Por el momento me gustaría
saber sus opiniones con respecto al texto, cualquier comentario lo pueden dejar
aquí o en las siguientes direcciones:
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Me gustaría
mucho recibir sus puntos de vista, me serán de gran ayuda si lo hacen…